22.4.10

EL CORAZÓN EN LA PLUMA

Desde los muros, que coronan mi pueblo, abro la puerta a mi pluma para entrar con el corazón en Ayerbe.

Es posible que en ocasiones me traicione la distancia, y no vea las cosas claras por haberme sido nubladas por el tiempo, por el olvido, o simplemente por la lejanía, pero lo que siempre será cierto es que escribiré desde el corazón.

En Ayerbe tengo mis raíces, ahí me crié, crecí y me formé como persona, en una escuela que me intentó inculcar unos valores que me hicieron crecer, formarme y, para bien o para mal, ser quien soy ahora.

Es cierto que he tenido más influencias en mi vida, que también habrán ido dejando algún poso en mí, pero es bien sabido que los valores mamados en la infancia son los que prevalecen, los que perduran.

Maestros, desde D. Domingo hasta D. Ángel, sacerdotes, desde Mosen Luna hasta D. Jose María, familiares, amigos, vecinos y las múltiples circunstancias que se dieron en múltiples lugares, dejaron un hondo calado en mi educación, que luego, fuera, he ido modelando y enriqueciendo con otras vivencias que se han visto influenciadas por aquellas de la primera infancia.

Escribo porque me resulta placentero plasmar en palabras lo que a veces sólo son pensamientos, y recuerdos. Puedo disfrutar ese placer y además, si no los escribiera, sin lugar a dudas se perderían, porque los pensamientos y los recuerdos son tan breves y efímeros como intensos.

Paséate, si quieres, por las distintas páginas y comparte conmigo un trocito de Ayerbe.