25.5.10

FUENTE DE LOS TRES CAÑOS







El sonido suave del agua en un atardecer de verano.
Después de dar un paseo no demasiado largo
puedo acercarme en soledad a tí como siempre hago
a saciar mi sed, a calmar mi cansancio
y aislarme del bullicio que tiene lo urbano
con los sentidos a flor de piel y un libro en la mano.
Sin pensar en nada especial, sólo disfrutando,
abriendo ese libro y escuchando el campo.
Protagonista: el agua, en un silencio blanco
con tenues pinceladas de pájaros cantando.
Una página, un capítulo, la lectura avanzando.
pasa la tarde, pasa sin prisa, pasa... despacio.
Una situación inmensa de paz se va apoderando
de un instante breve y fugaz que a la vez parece largo.
Y a punto de caer el sol, dejo caer los párpados
para recrearme en sentir esa paz, no por el cansancio.
Es una suerte poder experimentar en tono relajado
de una lectura amena, junto al son de los caños.
Antes de iniciar el regreso, apetece otro trago
de esas aguas aterciopeladas que rozan mis labios
en un beso fresco y húmedo que también es cálido.
Y de regreso a casa, volviendo a lo urbano,
al cruzar las dos plazas con los niños jugando,
vuelven a mí las sensaciones que he experimentado:
El agua, la fuente, la paz, el descanso...
días como el de hoy ni puedo ni debo olvidarlos.

22.5.10

PASADO, PRESENTE Y FUTURO

En Ayerbe yo pasé
mi infancia y mi juventud
y ahora en la madurez,
también lo pensarás tú,
Ayerbe es serenidad,
Ayerbe es magnitud.
Los paseos por sus calles
caminar hasta el azud,
te recuerdan que algún día
también Ayerbe eras tú.
Quizás en dias futuros
al llegar a la vejez
pueda regresar a Ayerbe
a quedarme, a envejecer,
a ver el tiempo pasar
a recordar lo que fue
ese tiempo muy lejano
que nunca podrá volver
pero siempre está presente
porque allí pude crecer.

10.5.10

PASEO





Hace una buena tarde, una temperatura muy agradable para dar un paseo por un lugar fresco, verde, tranquilo y que contagie paz.

La elección es clara: LA FONTANETA

Cada árbol, cada banco, cada camino trae recuerdos de otro tiempo.

Muy atrás, en la infancia, de juegos, de baños veraniegos, de carreras, y los primeros contactos con un espacio natural de ensueño.

Más adelante, en la adolescencia, de aislamiento de la civilización, de rebeldía, ruptura de normas y los primeros cigarrillos.

Luego, en la juventud, de meriendas en pandilla, de juergas, y los primeros amores.

Ahora, ya en la madurez, del recuerdo de todo ello.

El camino, los bancos, las escaleras, el campamento San Gregorio, el pantaner, el camino de Juan Diablo, el Azud, el puente la vía, la fuente, los árboles, las violetas, el río,... y, sobre todo, el silencio roto sólo por el murmullo del agua o por el balanceo de las verdes hojas que se mueven a merced del viento, evocan en cada rincón un recuerdo.

Y aunque la naturaleza es cambiante y cada año este paseo te depara sorpresas, es un recorrido que, mientras caminas, te va recordando momentos inolvidables, momentos que perdurarán siempre y que cada paso, con suavidad, te dicen en lo más hondo de tu memoria que en ese lugar ya estuviste y tienes la oportunidad de revivir, como si no hubiera pasado el tiempo, de una forma totalmente mágica, aquel momento. Y… sólo con tu presencia y el volar de tu recuerdo.